martes, 28 de enero de 2014

Paint Your Wagon

Paint Your Wagon es en castellano La Leyenda de la Ciudad Sin Nombre. Evidente, “pinta tu carreta” en español se dice “la leyenda de la ciudad sin nombre”.  O espera, que no, creo que no es del todo una traducción literal, sino más bien una interpretación… bueno tampoco, es más bien una invención. ¿Pero cómo fue posible esa odisea en el espacio  del traductor de turno? Tengo mi propia teoría, que no he encontrado quien me confirme ni me desmienta. Pinta tu carreta = elige el color de tu vehículo/vida = vive a tu manera = sé libre. Ese mensaje no estaría del todo bien visto en la España de 1969… demasiado revolucionario.

Paint Your Wagon es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. La he visto incontables veces y me ha acompañado desde niño. Me fascinaba, como puede dar buen testimonio una cinta de VHS que teníamos en casa y que llegó a verse como el Canal + codificado de tanto ponerla. Y según yo crecía, su visionado me iba aportando nuevas y mejores lecturas. Por eso digo que me acompaña, porque en cada etapa me contaba algo adecuado a mi momento vital. Ella, la peli, esperaba a que yo creciera para ir contándome secretos. ¿No es mágica esa propiedad que tienen las buenas historias? Te enseñan sólo lo que estás preparado para asimilar.

Cuando era niño, las aventuras de Ben Rumson y Socio eran la diversión máxima. Vida en medio de la naturaleza, en total libertad, hecho un guarro y rodeado de amigotes con los que reir, bailar pisando charcos y pelearse a puñetazo limpio. Y hacer túneles para robar, y que te persigan un oso y un toro… y acabar navegando el río en una bañera. ¿A alguien se le ocurre una mejor definición del paraíso? Y todo ello apuntalado por eso que reconoces perfectamente desde niño, mucho antes que la lealtad, la fidelidad o la pasión: LA AMISTAD.  Por un amigo se hace todo, con un amigo se comparte todo.

De adolescente aparecieron ellas. Estaban desde siempre, pero ya he dicho que esta peli te cuenta sólo la parte que te interesa, y ellas era desde luego mi nuevo interés. Una impresionante Jean Seberg por la que merecía la pena pagar todo el patrimonio de uno… y el de su socio. ¿Quién, en su sano juicio, no lo hubiera hecho? Pero además, hemos dicho, con un amigo se comparte todo. Hasta la mujer de uno, sin duda. ¿Qué Elisabeth no es suficiente para todos? Pues vamos y raptamos a un puñado de frescas y arreglado. Y de paso montamos unos locales de juego, bebida y compañía para cupletear a gusto. De nuevo me parece fascinante esa escala de valores libre, ese antipuritanismo, ese oxígeno que entra a chorro en los pulmones.
Y de adulto comprendo el nuevo y doloroso concepto: la renuncia. El conflicto interno de los protagonistas que entienden que para alcanzar algo tendrán que abandonar el resto. Rumson tendrá que renunciar a la compañía para defender su libertad de espíritu. Socio renuncia a la libertad para edificar junto a su amor. Y Elisabeth tendrá que dejar ir a su gran amigo y amante para abrazar la seguridad, y sobre todo para pertenecer a algún sitio. También aparece esa desagradable y asfixiante presión social de los bienpensantes de turno, que uno tiene la suerte de no conocer de niño.

Paint Your Wagon  es una extrañísima película. Es un western, qué duda cabe. Tiene pistolas, caballos, buscadores de oro… pero está impregnada de un espíritu hippy que la pone en las antípodas de John Ford.  Y es además un correctísimo musical. Los expertos nunca la sitúan entre los mejores musicales, y yo se lo achaco a 3 canciones absolutamente soporíferas, pero en su defensa diré que están perfectamente colocadas para funcionar de descanso… el resto del metraje va a un ritmo trepidante. Sí, ya habéis adivinado que esos 3 somníferos son Elisa, Maria y sobre todo Behind the Door. Para mí el resto de las piezas musicales son excelentes, brillando especialmente Wand’rin’ Star, que es todo un himno.
El reparto es bien peculiar también. Yo lo sitúo entre curioso y marciano total. Una Seberg  que viene de ser la musa de la Nouvelle Vague (¡ À Bout de Souffle nada menos ! ), un tipo duro como Clint Eastwood, estrella de la televisión y del spaghetti western, que se pone a cantar entre los pinos, y un veterano Lee Marvin que llega para tocar el cielo y hacer el papel de su vida. Porque Lee Marvin ES Ben Rumson, imposible imaginar sustituto alguno.

Pero yo me quedo con mi punto de vista infantil, porque Paint Your Wagon es sobre todo una enorme historia de AMISTAD, y de ésas hay muy pocas.
Y también con un lema: the best things in life are dirty. ¿Alguien lo duda? 


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