martes, 28 de enero de 2014

Actores


Hace poco encontré esta foto y quedé fascinado. Una preciosa Marilyn frente a un espejo de feria, jugando con el distorsionado reflejo de sí misma. Pero bien podría tratarse de un espejo plano convencional, porque la percepción que la actriz tendría de ella misma sería siempre diferente a la que nosotros, espectadores, tenemos de ella. Si ella se viese tan sumamente interesante y bella como nosotros la vemos, no habría sido jamás la persona insegura y dependiente que fue. Y sin embargo esta persona se dedicó a interpretar, exponiéndose, como lo hacen todos los actores, a la constante evaluación y crítica por parte del público. Valiente, ¿no?

Me fascinan los actores. Todos admiramos a los artistas en general: escritores que te hacen reflexionar con una novela, pintores que te conmueven con un lienzo, compositores que te emocionan con una sinfonía… Pero para mi la labor del actor tiene un enorme valor añadido. El artista en general se parapeta detrás de su propia obra cuando se produce la experiencia de su arte, sin embargo el actor es su propia obra.  Un pintor desnuda su alma produciendo su cuadro, pero cuando lo termina puede salirse de él y entregarlo al espectador que tendrá (o no) una complicidad con el artista a través de ese objeto, de ese cuadro. Un actor no puede hacer eso, no puede tomar distancia de su propia obra, que es ese personaje que estará defendiendo con su piel, su voz… su todo.  Esto es un acto de generosidad y valentía que a mi me conmueve.

Su trabajo tiene además una componente enormemente emocionante: tiene lugar en tiempo real. Es como un atleta, que por mucho que entrene, se lo juega todo el día de la competición. Y puede ocurrir que tropiece. Y ocurre. El actor prepara durante mucho tiempo su cuerpo, su mente y su alma para interpretar su papel, pero a la hora de la verdad se lo juega todo en una representación, una escena o una toma. Por ello cuando veo a un actor concentrado esperando a su frase me recuerda al atleta preparado en la línea de salida o el futbolista que se dispone a tirar un penalti.  Esto ocurre de forma brutalmente evidente en el teatro, pero también en el cine hasta cierto punto.

El cine permite un mayor margen de corrección del trabajo de un actor, pero por otra parte añade un factor también muy inquietante: la permanencia. Permanece para la posteridad, sea bueno , malo o regular. Y quedará para siempre con la propiedad de recordarle que antes era peor actor, o mejor actor, o más guapo, o menos tenso… o como mínimo más joven (eso seguro).  

Desde luego, una peli (o pieza teatral) con un mal guion o una mala dirección no la levanta el actor por magistral que sea su trabajo, pero esto no es recíproco, ya que una mala interpretación puede cargarse cualquier película por buena que sea “sobre el papel”. El actor es la pieza final del engranaje, la punta de lanza de toda la producción. Todo fracasará si esa punta de lanza es endeble, pero si es firme se clavará en la carne del espectador, produciéndose esa comunión mágica.  Ese es el trabajo del actor, a mi entender:  penetrar en la carne del espectador empujado por todo el equipo técnico y artístico.
No es de extrañar que exista prácticamente todo un género de películas sobre actores. Actores interpretando a actores… apasionante, me encantan.  Tenemos obras maestras como Eva al Desnudo o El Crepúsculo de los Dioses, y muy interesantes también  son Mi Semana con Marilyn, Tootsie en un código muy diferente, o La Semilla del Diablo, que sin ser muy de este género, tiene a un impresionante John Cassavetes actor obsesionado con la fama que llega a pactar con el diablo (ahí es nada).

Tengo la inmensa suerte de contar con algunos actores entre mis mejores amigos,  y ello no hace más que aumentar la admiración que siento por ellos. Escucho embelesado cuando hablan de la forma en la que preparan un personaje, cómo lo estudian, cómo lo diseccionan. Y me emociona compartir en alguna medida sus inseguridades, miedos, dudas… y sobre todo su lucha. Es un proceso bellísimo, muy especial.  

Toda mi admiración y mi agradecimiento por entretenernos, por distraernos, por divertirnos, por emocionarnos, por educarnos, por ayudarnos a reflexionar, a crecer… por ayudarnos a vivir en definitiva. 


GRACIAS. 

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