Una de las últimas buenas sorpresas que me ha dado el cine
se llama Stockholm. Lo sorprendente no es que me gustara (y mucho) una película
española de bajo presupuesto, que no tengo prejuicios contra el cine patrio ni
contra el cine pobre, la sorpresa fue que me invitaran al estreno en el cine
Capitol (¡gracias Arturo!), y eso al Cupletero le mola infinito.
Otra de las sorpresas es la juventud de todo el equipo: por
más que reviso la ficha técnica y la artística no encuentro a nadie nacido
antes de 1981. Esto me hace sentir viejo por una parte, pero también me hace confiar
en que tenemos relevo generacional asegurado. Gente que trabaja con poco dinero
y por poco dinero seguramente, pero con evidente talento, ilusión y sobre todo
con enorme amor al cine, como lo atestiguan un buen puñado de referencias
cinéfilas en la película.
Sorpresa número tres: la relativamente buena acogida en
taquilla y el gran apoyo académico obtenido. Ahí están esas tres nominaciones a
los Goya (¡nominaciones de las buenas!) a mejor actor revelación (Javier
Pereira), mejor actriz protagonista (Aura Garrido) y mejor dirección novel (Rodrigo
Sorogoyen). De corazón espero que ganen los tres, pero aún si no es así, ya
está ahí el premio de haber conseguido alargar la vida de la película en
cartelera y de colarse en ciclos pre-Goya como el que está teniendo lugar en la
sala Berlanga.
El título de la película hace fuerte referencia al síndrome
de dependencia que sufre el reo con su carcelero, pero no es la historia de un
secuestro, o al menos no claramente. El concepto de la dependencia emocional
está presente en todo momento, pero de forma escurridiza y equívoca, cambiando
de sentido entre los dos protagonistas, y a veces incluso encontrándose dentro
de alguno de ellos, insinuando que se puede sufrir dependencia de uno mismo. Al
menos así lo veo yo.
Stockholm es el segundo largometraje de Sorogoyen, y se
detecta por tanto cierta falta de oficio aún. Tiene alguna deficiencia técnica
de sonido, el ritmo de la historia pierde pulso en algún momento y se hace
alguna explicación o subrayado redundante y por lo tanto innecesario. Todo ello faltas menores, sus aciertos
superan con mucho a sus deficiencias y sobre todo es una película con alma, con
fuerza.
Se empieza con un relato casi costumbrista de la noche
madrileña y se continúa con una historia pseudo-romántica salpicada de pequeños
avisos de que tal vez nada es lo que parece, construyendo una tensión en
aumento. Y entonces la peli se rompe en dos: una fabulosa secuencia con un
ascensor como tercer protagonista y un reciclaje musical al estilo Kubrick nos
pone el punto final al cuento de hadas. A partir de ahí se nos sumerge en un
drama psicológico que no nos dará ya
respiro hasta el final.
Por su estructura narrativa, la película necesita apoyarse
casi íntegramente en la destreza interpretativa de sus protagonistas. Y desde
luego acertaron con la elección de Javier Pereira y Aura Garrido para defender
el proyecto. Pereira está perfecto como nocturno chico ligón, más espabilado
que guaperas. En un excelente ejercicio de contención, mantiene perfectamente la ambigüedad entre
verdades a medias, mentiras, falsas verdades y demás que requiere su personaje.
Pero sobre todo sirve de apoyo perfectamente a una Aura Garrido magnífica que
devora la pantalla en cada plano. Su personaje evoluciona, involuciona, de
desarma, se rompe, se recompone y se vuelve a romper ; y todo este viaje lo
hace el espectador de la mano de esta actriz sin esfuerzo alguno. Mi escena favorita es una en la que ella se
encuentra sola, en silencio frente a un
espejo… ¡se sale! A mi, desde luego, me
tuvo toda la peli comiendo de su mano.
Tengo la intuición además de que Stockholm indica el camino
a seguir por el cine español, donde ni hay mucho dinero ni parece que lo vaya a
haber a corto plazo… habrá que hacer fuerza en las historias y en las
interpretaciones. Y esta peli es un buen ejemplo.
Pero una última cosa: ¿alguien sabe por qué esta película no
se llama simplemente “Estocolmo”? Me hubiera ahorrado revisar mi spelling un
centenar de veces.
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