Siempre me ha gustado la experiencia de ir al cine, a las salas de cine, independientemente de la película
que viera. De niño la cosa consistía casi siempre en que mi madre nos llevaba a
un cine del centro, y a la salida nos reuníamos con mi padre (que solía
trabajar los fines de semana) para merendar tortitas con nata o algo así.
PLANAZO Nº 1. Otras veces íbamos a un cine de barrio a ver una sesión doble, un
estreno más una reposición por el precio de una sola película. PLANAZO Nº2. O
si estábamos en la playa, nos embadurnábamos en aftersun y nos íbamos al cine de verano, bocadillo de tortilla en
ristre. PLANAZO Nº 3.
De adolescente iba con mis amigotes y después al Burger a eructar con el gas de la CocaCola
y a poner nota del 0 al 10 a las
muchachas que pasaban. Ninguna bajaba de 7,5. PLANAZO Nº 4.
En la universidad también iba en grupo, pero de amigotes y
amigotas, y luego de cañas y aprovechaba para hacer el alarde de haber
entendido todo a pesar de ser una película “complicada y poliédrica”, y tal y
cual… todo ello con el único propósito de quedar bien con una (o dos o tres…)
niña muy mona que andaba por allí. Este tipo de plan tuvo su máximo exponente
durante mi año de Erasmus en París, donde me tragué un ciclo entero de la Nouvelle Vague. ¡Menudas cabezadas daba
yo! , porque el mítico movimiento francés tiene grandes joyas, pero también
buenos bodrios, reconozcámoslo. De todos modos yo siempre salía del cine
poniendo cara de listo, por si las moscas. PLANAZO Nº 5.
Más tarde, y como mi chica es tan cinéfila como yo, llegaron
muchos y muy placenteros domingos por la tarde de cine en pareja. Y luego a
cenar y comentar la película, ya con la tranquilidad de poder confesar que no
había entendido nada, o que no me había gustado por muy “obra maestra” que
fuera considerada. Valoro mucho esos momentos de complicidad post-cine. PLANAZO
Nº 6.
Con la llegada de los niños (“llegada”, como si nadie los
hubiese llamado) hemos bajado mucho la frecuencia de esas escapadas, pero sin
embargo ahora también vamos al cine pastoreando a las criaturas. Disfruto
muchísimo con ello también, llegan nerviositos perdidos y se quedan clavados
como perros Pointers en su butaca. PLANAZO Nº 7.
Hace 9 años estrené otra forma de “ir al cine”, que es ser
invitado al preestreno de la película. Nos invitó mi amigo Pepe que tenía un
pequeño papel en La Noche del Hermano.
El flechazo fue instantáneo: la Gran Vía, el “roce” con los artistas, la copa
de después… aún no lo sabíamos, pero en ese momento había nacido El Cupletero. Desde entonces es algo que me ocurre de vez en
cuando y disfruto como loco. La sucesión de los acontecimientos suele ser más o
menos la siguiente:
-
Oye Cuple, que si te vienes al estreno de Nosecuantitos , la Película.
-
¿Qué me dices? ¿De verdad? ¿La última de
Fulanita de Tal? Por supuesto.
-
Además seguramente estén también Maricastaña, Manolita Chen y Los
Enanos del Circo… ya sabes, esa gente.
-
Estupendo, pues allí nos vemos.
A continuación suelo quitarme los pantalones y hacerme el
baile de Risky Business entero por el
pasillo de mi casa. Después me mojo el pelo con colonia Álvarez Gómez, me peino
a raya y allí me planto, más feliz que una perdiz. PLANAZO Nº 8.
La semana pasada, y gracias a La Chatarrería Magazine, he
conocido otra modalidad de “ir al cine”, la del acreditado a pase de prensa.
Una experiencia totalmente diferente. La gente acude fundamentalmente de uno en
uno, el 90 % de los asistentes son chicos (varones), casi
todo el mundo tiene cara de empollón y nos sentamos butaca sí butaca no. Es
tempranito en la mañana, así que aún tienes el saborcillo del café en la boca y
una legaña pegada en la mejilla. Te ves la peli y a la salida te tomas un
segundo desayuno mientras apuntas en tu libretita qué vas a contar de la peli.
PLANAZO Nº … he perdido la cuenta, pero el mensaje ha quedado claro, ¿no?
Me encanta!y qué mitico el quedar en la Gran vía con papá!
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