Entre las aportaciones al bienestar social que tenemos que
agradecer al cine está la de hacer soportables los vuelos largos. Ahí está el
cine, como en tantas otras ocasiones, para echar una mano al Cupletero y
amenizar su arresto aéreo. No es la
forma óptima de disfrutar del cine, pero es cine al fin y al cabo. Nuestro
último trauma transatlántico lo fue especialmente, debido a turbulencias y
vientos en contra; o sea, Madrid-México en 13 amenas horas de diversión para
toda la familia. Yo aproveché para darme una sesión doble de oncología: Truman y Ma ma así, seguidas, del tirón. Dos de las grandes películas
españolas de 2015, coincidiendo que en ambas el protagonista padece cáncer. Eso
sí, hasta ahí las similitudes. Ni un paralelismo más.
Julio Médem es
uno de esos cineastas con un universo propio que empapa todas sus películas. No
es sólo una sensibilidad plástica especial muy elaborada, sino un conjunto de
elementos que se repiten obsesivamente en sus tramas y sus personajes: el poder
del azar, las búsquedas, las huidas, las ausencias, el poder de lo femenino… En general a mi me parece sugerente e
interesante. Hasta me gustó Habitación
en Roma y aún no sé por qué, sinceramente. La verdad es que los tienes
cuadrados, Julio Médem. Se te antojó encerrar en la habitación de un hotel a
una muchachita andrógina de Palencia y a un atlético pibonazo ucraniano,
desnudarlas y hacerlas retozar toda una noche, y ahí tienes ya tu película. Más
allá del espectáculo que supone contemplar a esas dos bellezas en pelotas
durante un par de horas (algo que indudablemente queda en el haber de la peli),
el resultado es sorprendentemente entretenido.
Pero no todo te va a salir bien, Julio Médem. Con Ma ma te
has estrellado pero bien… Y es que esa sensibilidad y esa lírica tuyas, cuando
no las controlas bien, te llevan al bodrio y casi al ridículo. La
interpretación de Penélope Cruz
(nominada al Goya) es excelente, pero (y esto lo he escrito ya muchas veces)
una buena actuación no puede levantar nunca una mala película. Ma ma es
ambiciosa pero se queda en pretenciosa, se enreda en lo anecdótico, en el
momento morboso, en la angustia … y eso cuando va bien la peli. Cuando va mal
pasa directamente a las situaciones demencialmente increíbles, los personajes
incomprensibles… Esa secuencia de la cancioncita en trío merece archivarse en
la antología del absurdo cinematográfico. Pobre Asier Etxeandía, pobre Luis
Tosar… ¿qué delito cometieron?
Cesc Gay también
es un cineasta global que deja de forma evidente su huella en todos sus
trabajos, que en el caso de Truman es mucho más microcósmico y menos orquestal
que en sus anteriores En la Ciudad o
Una Pistola en Cada Mano. El
delicado acercamiento a esa “pena de muerte” impuesta por la Madre Naturaleza
es maravilloso. Siempre desde la serenidad, la naturalidad y el respeto.
Renunciando a lo patético y a la lágrima fácil, pero con una intensidad
contenida conmovedora.
Si hay algo en lo que siempre destaca Cesc Gay es en la dirección
de actores (no sé cómo lo hace, pero siempre están todos bien), y no es Truman
una excepción. Javier Cámara tiene
una cierta tendencia a la sobreactuación muy peligrosa, pero aquí está
impecable. Y Ricardo Darín, bueno…
hace tiempo que no es un actor, es un
mago. El actor hispanohablante perfecto. La Meryl Streep masculina. Sin apenas necesidad de caracterización
(nada de calvicies, nada de amputaciones, nada de pijamas de hospital…), Darín
es un festival de matices, de control, de VERDAD. Es sencillamente una gozada
contemplarlo.
Cesc Gay: sobresaliente. Julio Médem: te examinas de nuevo
en septiembre.
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