Hoy estrenan Tren de Noche a Lisboa y empiezan las
vacaciones de Semana Santa. “Vacaciones de Semana Santa” es lo que en España
llamamos a esos 2 días no laborables que hay en primavera en fecha variable
para que a uno no le quede más remedio que andar preguntando desde el día de
Reyes “¿sabe alguien en qué fechas cae
este año Semana Santa?”. O sea que
son una vacaciones cortas, y por lo tanto recomiendo no perder ni un minuto en
ir a ver esta película.
En el cine actual hay
que desconfiar mucho de dos cosas: los repartos estelares y las localizaciones pintorescas. Tren de Noche a Lisboa cuenta con ambas.
Entre los secundarios de lujo encontramos a Christopher Lee,
el eterno Drácula, o Saruman para las nuevas generaciones, que en esta ocasión
cambia colmillos y magia por alzacuellos. Y sobre todo tenemos a Charlotte
Rampling, una de mis grandes debilidades. Bellísima y elegante mujer que además
ha sido obsequiada con el don de envejecer bien, que no es envejecer poco o
aparentar menos edad, en contra de lo que piensan algunos. En ella el tiempo se
ha ido asentando de forma armónica, dejando intacta su esencia de mujer inteligente
y misteriosa tanto como bella, pero sin disimulos ni trampantojos respecto a su
madurez. Una de mis indiscutibles dentro de la categoría de actrices senior.
Tren de Noche a Lisboa también tiene la suerte de contar con
una de mis actrices favoritas dentro de aquellas que están ya abandonado la categoría junior: Mélanie Laurent. La actual chica de moda en Francia, pero
para mi, sobre todo, la maldita bastarda de Tarantino. Muy correcta actriz y
con una belleza que mantiene un difícil equilibrio entre lo angelical y lo arrogante
como sólo las lolitas y post-lolitas francesas pueden hacer. A mi, desde luego,
esta chica me desarma.
El gran reclamo de la película es, evidentemente, Jeremy Irons, actor con una legión de fans y
que yo reconozco como gran actor, pero que sin embargo me suele dejar tibio como
un café de ayer. Tal vez porque supo que
el Cupletero acudiría a la première
de esta película en Madrid (gracias Apía, gracias Carmen), Irons decidió acudir
también al pase. Como ya he dicho, no es uno de mis predilectos, pero su presencia
y sus palabras previas a la proyección de la película fueron lo mejor del
evento. Muy elegante (no me refiero a bien vestido, que también, sino a su
actitud) pronunció con su hermosa voz pausada bellas palabras sobre una
película que él ha protagonizado pero que evidentemente no ha visto.
Las muy fotogénicas ciudades de Lisboa y Berna son el telón
de fondo de la historia, que alterna una trama de investigación en la
actualidad con otra de resistencia revolucionaria de tiempos de la dictadura
portuguesa. Así visto, la idea no es mala y además es de agradecer que se trate
en el cine el tema de Salazar y la Revolución de los Claveles (el levantamiento
que tumbó el régimen de aquél) , que es algo de lo que, en general, sabemos
insultantemente poco. Nuestros vecinos
ibéricos no se merecen, de ninguna manera, la indiferencia con que les tratamos
a ellos y a su historia, la verdad.
Por una parte, el problema de Tren de Noche a Lisboa es que
es una película de grandes actores pero con interpretaciones que nos son nada excepcionales. No pasan de
correctas. Pero el gran problema de la peli es que el guion sobre el que se
apoya el relato es blando, desestructurado e incomprensiblemente aleatorio. Los
acontecimientos ocurren porque sí y la trama avanza (a duras penas) gracias a
casualidades absurdas y a recursos argumentales
increíbles (¿cuentas tu vida a la señora que te gradúa las gafas en la
primera visita? ¿hola?). Lo inverosímil en cine no es malo, en principio, sino
más bien una licencia que perdonamos a cambio de acción, entretenimiento o
pasión. Pero es que Tren de Noche a
Lisboa no tiene nada de eso: la trama resulta lenta y los diálogos tediosos
(¡eternos!), por no hablar de las soporíferas lecturas en off de textos de una
belleza supuestamente sublime.
Otra cosa, ¿seguro que hay un tren nocturno que cubra el
trayecto Berna-Lisboa? ¿2005 km en una noche? No sé, yo de esta película no me
creo nada.
Correcta película y además trata un asunto cuasi desconocido pese a la cercanía como es el movimiento previo a la revolución de los claveles.
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