sábado, 8 de noviembre de 2014

Maléfica


 
 
Algo está cambiando en Disney y es para bien. Sigue siendo el buque insignia del entretenimiento burgués y bienpensante “para toda la familia”, y además avanza con paso firme hacia el monopolio del cine de pura evasión: hace ya años con la compra de Pixar, y recientemente haciéndose con Lucasfilm (¡George, traidor!)… como un día se meriende a Dreamworks, ya sí que no se pondrá el sol bajo su imperio. 

No conozco el funcionamiento de la empresa por dentro, pero adivino que está gobernada por un consejo de administración bastante conservador y bastante puritano. Sin embargo, da la sensación de que de vez en cuando, y desde dentro de la organización, se hacen escuchar voces disidentes que consiguen salpicar sus producciones de elementos más desenfadados y más contemporáneos. Ahí está la simpática holgazanería de Baloo, la sensualidad de Pocahontas, el  toque pop de Hércules, la enternecedora terapia de grupo de los malvados de Rompe Ralph… y, muy recientemente, la  independencia de la Elsa de Frozen, que no necesita ser salvada ni completada por ninguna viril media naranja para ser idolatrada por las niñas del mundo entero.  Maléfica me parece el mayor y mejor exponente de esa corriente menos adoctrinadora y moralmente más compleja.

Disney toma una de sus más icónicas películas, La Bella Durmiente, y la revisa con valentía y acierto. Gira el foco de atención 180 grados y se coloca sobre la malvada hechicera, que del manido cliché del villano que lo es porque el mal le produce placer y punto, pasa a ser un personaje poliédrico, con sus claros y sus sombras: una heroica villana. Es esa ambigüedad la que dota a la película de un carácter moderno y creíble.

Este cambio de foco se cobra algunas víctimas. Quedan la Bella Aurora y el Príncipe Felipe en un segundo o tercer plano, completamente eclipsados. Nunca fueron personajes interesantes  en lo más mínimo, y merecen ese destierro. Se les llega a ridiculizar, diría yo. ¡Bravo! Que no haya piedad para los ramplones.

Plásticamente, la peli respeta los elementos más memorables de La Bella Durmiente (los pómulos de Maléfica, su retorcida cornamenta, la cuna, la rueca…) pero dentro de una atmósfera más sofisticada y oscura. Para ello Disney no escatima esfuerzos y lanza toda su artillería: vestuario magnífico, dirección de arte impecable, efectos especiales espectaculares… Factura de primera calidad, vaya.

En la banda sonora tenemos también una agradable y “adulta” sorpresa: el Once Upon a Dream de Lana del Rey. Una versión del vals del Príncipe Azul cargada de morbo y misterio.

Pero, ¿y por qué el Cupletero-Mariachi se dedica a ver Blue-rays que no son exactamente el último grito pudiendo estar por ahí bebiendo tequila? Pues porque ocurrió algo que agitó mi curiosidad por esta peli. En la fiesta de Halloween-Día de Muertos del colegio de mi niño, más de la mitad de las mamás “fresitas” iban disfrazadas de Maléfica. Hablo de decenas de mujeres que, con resultado desigual, habían pasado días preparándose para la ocasión. ¡Todo  un fenómeno social!

Sospecho sin embargo, que todas esas mujeres, a quien querían parecerse de verdad, es a Angelina Jolie. Y no me extraña. Siempre fue guapa, pero es que ahora además es elegante. Y cada vez mejor actriz.

D. E. P. la rubia ingenua que se queda frita hasta que un sosainas guapito de cara la besa.

¡Larga vida a Maléfica!

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