Este fin de semana se estrena la producción surcoreana Snowpiercer. Pero que nadie espere ver
una película de esas cutres como las que están viendo los chinos del frutos-secos
cuando vas a comprar hielo, sino más bien un peliculón de calidad
hollywoodiense con una factura increíble y un repartazo con estrellas de 3
continentes.
El punto de partida es tan sencillo que resulta naíf: la
amenaza del calentamiento global es convertida en apocalipsis glacial por la
estulticia humana y los únicos supervivientes se refugian en un tren que les
protege de una intemperie ultra-hostil pero que no debe detenerse en ningún
momento. Tiene mucho mérito convertir esto en una excelente película de acción
futurista, con todos los condicionantes espaciales de un vagón de tren para
desarrollar todo tipo de tiroteos y batallas campales indoor. El encargado de conseguirlo es el director Joon-ho Bong (The Host) y desde luego demuestra una
habilidad impresionante para poner todo tipo de recursos visuales al servicio
del espectáculo. También es evidente que domina el ritmo narrativo que el
género necesita.
Si la peli se quedase ahí sería como meter a los 300 de
Leónidas en el Cercanías y ya. Pero no, Snowpiercer
es además una atroz crítica a una estructura social estratificada donde todo lo
que ocurre está orquestado para perpetuarse sin variación alguna. Incómoda y
escalofriantemente similar al mundo que vivimos, desde luego.
El reparto es bien marciano pero funciona a la perfección.
Tenemos a Kang-ho Song, que es la superestrella del cine de acción coreano y a
Ah-sung Ko, la lolita asiática.
Aparece brevemente un Ed Harris correcto como siempre. Jamie Bell (Billy Elliot
para la eternidad) nos hace ballet a tortazos y a tiros. John Hurt hace de
sabio, como no puede ser de otra forma con esa cara de listo. Chris Evans (El
Capitán América) está sorprendentemente bien. Seguramente demasiado guapete y
demasiado musculitos para resultar duro a cara lavada, mejora mucho apareciendo
desaseado y sobrearropado; la verdad es que está muy convincente.
Mención aparte merece Tilda Swinton, una actriz por la que
el Cupletero siente pasión absoluta. Evidentemente dotada para la
interpretación pero además obsequiada con un físico tan particular que puede hacer
de todo menos de mujer “normal”. Guapísima o feísima según a ella le dé la
gana, en esta peli borda el papel de la repulsiva Ministra Mason. Me encantaría
preguntarle si, como a mi me dio la impresión, se inspiró en Margaret Thatcher para
definir el papel. Un día de estos la llamo y se lo comento.
Snowpiercer es una
experiencia intensa, con mucha violencia, mucha acción y mucha claustrofobia
social. Pero para disfrutarla hay que ir preparado porque la sangre te salpica
y porque , como es habitual en el género, hay que aguantar alguna y que otra
bravuconada innecesaria y alguna línea de diálogo tontorrona.
Augurio cupletero: Snowpiercer
va a ser el Gangnam Style del cine de acción. A ver si acierto.
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