martes, 5 de agosto de 2014

Ocho Apellidos Vascos


Cinéfilo de acción retardada, el Cupletero acaba de ver por fin la película española del año, y a estas alturas no se puede escribir nada sobre ella sin ponerla en valor respecto del fenómeno que ha supuesto, tanto por su recaudación como por su repercusión social.

En este mundo de mierda (y no me refiero al mundo del cine, sino más bien al planeta Tierra) la calidad de nuestro trabajo se suele medir en función del dinero que hagas ganar a tu jefe. En la industria cinematográfica esto es equivalente a la taquilla que haga tu película. Ocho Apellidos Vascos es la película española más taquillera de la historia dentro de España, con 6,5 millones de espectadores en nuestro país, y por lo tanto podría considerarse una película excelente… al menos desde ese punto de vista mercantilista.

Hay películas que obtienen grandes resultados en taquilla gracias a que muchos aficionados al cine compramos nuestra entrada, pero es que Ocho Apellidos Vascos ha conseguido que vuelva al cine gente que hacía muchos años que no gastaba un céntimo en ver una película. Brindo por ello, la industria necesita muchos productos así, capaces de generar grandes beneficios. 

El otro ámbito en que ha supuesto un terremoto es en el político-social. Ha conseguido crispar tanto a la derechona españolista como al entorno de la izquierda abertzale. Brindo por ello también, ambos sectores se merecen que les hagamos mucho de rabiar.  

¿Es entonces Ocho Apellidos Vascos una excelente película? ¿O al menos es una gran comedia? Pues creo que no tanto… esta misma temporada se estrenó la cinta española Tres Bodas de Más, que me pareció bastante mejor comedia. Del mismo director de Ocho Apellidos Vascos, Emilio Martínez-Lázaro, me gusta más El Otro Lado de la Cama. Y también soy mucho más partidario del Pagafantas de Borja Cobeaga, uno de sus guionistas (junto con Diego San José).

Ocho Apellidos Vascos es una comedia romántica clásica que cambia Capuletos y Montescos por vascos y andaluces, pero también es un auténtico bombardeo de chistes apoyados en los tópicos regionales… ¡TODOS los tópicos! Sin dejar uno (a veces incluso cayendo en la tentación de repetir un chiste varias veces). Y ese es el gran acierto de esta película, que hurga en todos los estereotipos, incluidos aquellos que hasta hace muy poco eran tabú. No se practica la autocensura y eso el público lo ha premiado.  

Cobeaga y el resto de creadores del programa de ETB Vaya Semanita se pasaron 10 temporadas escribiendo chistes de “vascazos” y de “españolazos”  sin cortarse un pelo, pero el mérito de Ocho Apellidos Vascos es el de ser la primera producción destinada a la generalidad del público español  que lo hace… y el que golpea primero golpea dos veces. 

Eso no significa que sea una comedia redonda, que creo que no lo es. Principalmente adolece de un problema estructural serio con el personaje de Carmen Machi, clarísimamente metido con calzador para dar la réplica al personaje de Karra Elejalde, pero que resulta increíble y desdibujado… a pesar de lo gran actriz que es la Machi.

Soy muy partidario de Clara Lago en general. Me gusta mucho su naturalidad actuando; me gusta su voz, grave para una chica menuda como es ella; y me gusta mucho su belleza “cercana”, así como de la guapa del instituto. Sin embargo su personaje en Ocho Apellidos Vascos no da para lucirse mucho. La verdad es que los dos personajes femeninos son poco más que el contrapunto necesario para el lucimiento de los dos protagonistas masculinos.

Dani Rovira sí se cuelga una medalla en esta peli: está muy muy divertido  en su faceta de cómico, pero además le sienta bien el traje de actor, realizando una interpretación correcta y convincente.  Pero sobre todo merece destacarse el Koldo de Karra Elejalde, una creación fantástica a partir del estereotipo del aita… ¡memorable!

Se preparan ya la secuela y algunas “réplicas” de comedias romántico-regionalistas, pero dudo mucho que riamos tanto la gracia en sucesivas ocasiones… En las primeras comedias de “el destape”, bastaba con mostrar una teta y a un señor bajito y feo babeando frente a ésta para que nos mondáramos en el cine, pero pasado ese primer momento, hace falta mucho más para arrancar una carcajada. La diferencia de calidad entre aquellos bodrios y Ocho Apellidos Vascos es abismal, pero lo que quiero decir es que cuidadito con repetir demasiado la broma… que no hay nada más patético que una gracia que se estira demasiado.

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