Cinéfilo de acción retardada, el Cupletero acaba de ver por
fin la película española del año, y a estas alturas no se puede escribir nada
sobre ella sin ponerla en valor respecto del fenómeno que ha supuesto, tanto
por su recaudación como por su repercusión social.
En este mundo de mierda (y no me refiero al mundo del cine,
sino más bien al planeta Tierra) la calidad de nuestro trabajo se suele medir
en función del dinero que hagas ganar a tu jefe. En la industria
cinematográfica esto es equivalente a la taquilla que haga tu película. Ocho Apellidos Vascos es la película
española más taquillera de la historia dentro de España, con 6,5 millones de
espectadores en nuestro país, y por lo tanto podría considerarse una película
excelente… al menos desde ese punto de vista mercantilista.
Hay películas que obtienen grandes resultados en taquilla
gracias a que muchos aficionados al cine compramos nuestra entrada, pero es que
Ocho Apellidos Vascos ha conseguido
que vuelva al cine gente que hacía muchos años que no gastaba un céntimo en ver
una película. Brindo por ello, la industria necesita muchos productos así,
capaces de generar grandes beneficios.
El otro ámbito en que ha supuesto un terremoto es en el
político-social. Ha conseguido crispar tanto a la derechona españolista como al
entorno de la izquierda abertzale. Brindo por ello también, ambos sectores se
merecen que les hagamos mucho de rabiar.
¿Es entonces Ocho
Apellidos Vascos una excelente película? ¿O al menos es una gran comedia?
Pues creo que no tanto… esta misma temporada se estrenó la cinta española Tres Bodas de Más, que me pareció
bastante mejor comedia. Del mismo director de Ocho Apellidos Vascos, Emilio
Martínez-Lázaro, me gusta más El Otro
Lado de la Cama. Y también soy mucho más partidario del Pagafantas de Borja Cobeaga, uno de sus guionistas (junto con Diego San José).
Ocho Apellidos Vascos es
una comedia romántica clásica que cambia Capuletos y Montescos por vascos y
andaluces, pero también es un auténtico bombardeo de chistes apoyados en los
tópicos regionales… ¡TODOS los tópicos! Sin dejar uno (a veces incluso cayendo
en la tentación de repetir un chiste varias veces). Y ese es el gran acierto de
esta película, que hurga en todos los estereotipos, incluidos aquellos que
hasta hace muy poco eran tabú. No se practica la autocensura y eso el público
lo ha premiado.
Cobeaga y el resto de creadores del programa de ETB Vaya Semanita se pasaron 10 temporadas
escribiendo chistes de “vascazos” y de “españolazos” sin cortarse un pelo, pero el mérito de Ocho Apellidos Vascos es el de ser la
primera producción destinada a la generalidad del público español que lo hace… y el que golpea primero golpea
dos veces.
Eso no significa que sea una comedia redonda, que creo que
no lo es. Principalmente adolece de un problema estructural serio con el
personaje de Carmen Machi,
clarísimamente metido con calzador para dar la réplica al personaje de Karra
Elejalde, pero que resulta increíble y desdibujado… a pesar de lo gran actriz
que es la Machi.
Soy muy partidario de Clara
Lago en general. Me gusta mucho su naturalidad actuando; me gusta su voz,
grave para una chica menuda como es ella; y me gusta mucho su belleza “cercana”,
así como de la guapa del instituto. Sin embargo su personaje en Ocho Apellidos Vascos no da para lucirse
mucho. La verdad es que los dos personajes femeninos son poco más que el
contrapunto necesario para el lucimiento de los dos protagonistas masculinos.
Dani Rovira sí se
cuelga una medalla en esta peli: está muy muy divertido en su faceta de cómico, pero además le sienta
bien el traje de actor, realizando una interpretación correcta y convincente. Pero sobre todo merece destacarse el Koldo de
Karra Elejalde, una creación
fantástica a partir del estereotipo del aita…
¡memorable!
Se preparan ya la secuela y algunas “réplicas” de comedias
romántico-regionalistas, pero dudo mucho que riamos tanto la gracia en
sucesivas ocasiones… En las primeras comedias de “el destape”, bastaba con
mostrar una teta y a un señor bajito y feo babeando frente a ésta para que nos
mondáramos en el cine, pero pasado ese primer momento, hace falta mucho más
para arrancar una carcajada. La diferencia de calidad entre aquellos bodrios y Ocho Apellidos Vascos es abismal, pero
lo que quiero decir es que cuidadito con repetir demasiado la broma… que no hay
nada más patético que una gracia que se estira demasiado.
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